¨Esa primera semana de mi nueva vida laboral fue un caos: me
mandabas mensajes al móvil casi cada dos horas, ¨Gata, ¿bajas?¨, y yo me
escapaba para comerme a mi tigre en todos los parkings de la zona, dentro y
fuera del coche, a cualquier hora; no nos bastaba con los revolcones del
desayuno y los de buenas noches. Estábamos agotados...¨
(Aquí podréis leer el relato completo)
http://periodicoirreverentes.org/2015/09/24/nana/
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