Al
Salir de los billares me llevó a un bar de heavys que estaba a más de media
hora andando por calles desiertas y muy oscuras. Yo le seguía sin preguntar, le
había conocido un par de horas antes y ni me lo pensé. Ya en el local, un
verdadero antro con buena música, me presentó a todo el que se acercaba a
saludar, me hizo jugar al futbolín y nos tocó pasar por debajo de la mesa un
par de veces. Un déjà vu tras otro. Después de una hora apareció el
que estaba con nosotros en los billares. Se había dejado el mono de trabajo en
casa y se presentó con unos vaqueros segunda piel, una camiseta negra de Black
Sabbath, sacudiendo orgulloso su larga melena oscura y brillante, y con una
rubia despampanante, embutida en un mono de cuero, colgada del brazo. Entró
saludando como si fuera una estrella de cine y se acercó a nosotros. Había
traído coche, quería ir a otro sitio, a las afueras, venía a buscar a Miguel y
me invitó a acompañarles sin demasiada convicción. Por un momento pensé que mi excursión había
llegado a su fin...
(Este relato es parte de TENGO
UN AMANTE. 15 relatos devoradores. Aquí podéis leerlo completo)
Y Aquí podéis escuchar un
fragmento
Comentarios
Publicar un comentario