!Lindas
niñas! Lástima que hubieran aprendido tan pronto a creer que son inaccesibles. No
tendrían más de quince años ninguna de las dos, pero sus cuerpos eran ya, desde
todos los ángulos, perfectamente fornicables. Los cigarros que fumaban, sin
embargo, eran aún más gruesos que sus piernas. Y los zapatos que usaban debían
ser evidentemente de sus madres, pues al caminar se les escapaban de los
talones, y así, antes que zapatos con pretensiones de lujo, parecían chancletas
de lavandera. Una de ellas tenía tan arqueadas las plantas de los pies que se
le veían, impúdicas, las plantillas sudadas de los zapatos. Las acompañaban dos
chiquillos arrogantes. Ambos, aparte de los gestos ampulosos y las actitudes
desafiantes, vestían chaquetas negras de cuero, cadenas en el cuello y en las
muñecas (ellas las llevaban en los tobillos), los pelos en punta y las bastas
de los pantalones dentro de las medias blancas de lana. Salían de la matineé...
(Este relato forma parte de la novela LOS QUEHACERES DE UN ZÁNGANO y lo podréis leer completo aquí)
http://periodicoirreverentes.org/2015/09/24/los-quehaceres-de-un-zangano-victimas-de-la-moda/
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