Vivo
en una de las ciudades más importantes de mi país. Vamos, voy a ser sincero. En
mi país sólo hay una ciudad importante. Y no por su nivel de eficiencia, grado
de desarrollo o rango de productividad sino por la magnitud de su caos y la
monumentalidad de su miseria.
En
ella también vive mi amigo Chuleta. No tiene un centavo. Subsiste gracias a la
caridad de sus parientes, quienes prefieren mantenerlo alejado del núcleo
sanguíneo. En ese sentido, para él, familiares y seres queridos no son en absoluto
sinónimos. Es obsesivo, compulsivo, egocéntrico, maniático, neurótico y
paranoico, aunque esencialmente feliz. Sus intervenciones habladas son tan
escuetas que sería imposible imaginarlo como un convocador de masas. A veces se
le suelta la lengua y sufre una especie de ataque de comunicación. Otras, su léxico es tan desconcertante que
cuando dice cloro no se refiere a clorhidrato sino a clorotrimetón y cuando
dice amante no sugiere adulterio sino matrimonio...
(Aquí podéis leer el relato completo )
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