3 y
30 en punto. Lleno total. Sol apabullante. Nadie presagiaba entonces que el
alto matón moreno que le rompió el ojo de un cabezazo a Cachito Ramírez, no
bien iniciado el partido, se convertiría apenas unos cuantos años después en el
gran José Velásquez, patrón del medio campo peruano por su estampa imponente,
su gallardía al llevar la pelota, y esa solvencia impresionante en los
desplazamientos, que le permitía comerse la cancha de arriba abajo durante los
90 minutos de juego.
Mi
padre solía llevarme los domingos al Estadio Nacional para ver los partidos del
Descentralizado. Compraba boletos de Occidente intermedia. Llegábamos temprano
a fin de no perdernos los preliminares. A veces algunos terminaban siendo más
movidos y emocionantes que los de fondo. Pero el plato fuerte estaba siempre
por supuesto en el restaurante “5-0”: frejoles con seco de res, salsa criolla y
chicha morada...
(Este relato está incluido en BRINDIS, BROMAS y BRAMIDOS y lo podréis leer completo en este enlace)
http://periodicoirreverentes.org/2015/04/09/brindis-bromas-y-bramidos-estentoreos-iii/
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