1
No
éramos una banda de delincuentes. Ni siquiera éramos una pandilla de
malandrines. Éramos simplemente nosotros; los ingobernables…
2
Cuando
nos cruzamos por primera vez, en los estrechos pasajes de Pompeya, supimos que
pertenecíamos a la misma estirpe. Haraganes por vocación, nos unía el lazo
común de la indiferencia. Ayudar con las tareas de la casa o cumplir los
deberes del colegio no figuraba entre nuestras prioridades. Nos interesaban
otro tipo de detalles. ¿Soltera o divorciada? ¿Casa propia? A quién podía
importarle. A lo mejor algo no funcionaba bien en nosotros.
Grandes
conversadores, no éramos. Guapos, que digamos, tampoco. Corpulentos o
fortachones, ni en broma. Y carro, no teníamos. Adolecíamos por completo de
disciplina. No respondíamos a la imagen de jóvenes dinámicos, graduados con
honores, entrando temprano a engrosar las filas de la fuerza productiva. Muchos
nos señalaban como vulgares y malogrados..
(Así comienza el relato ¨Los ingobernables¨
uno de los tres que conforman LA COCINA DEL INFIERNO y que podréis leer
completo aquí)
http://periodicoirreverentes.org/2013/09/05/los-ingobernables-final/
y aquí podréis escuchar otro fragmento
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