¨En
verano, todos los sábados, desde hacía diez años, Gregorio, ¨el canalla¨, se
daba un paseo hasta la laguna por la mañana temprano; ya jubilado había
conseguido un trabajillo bajo cuerda, los turistas le daban una propina por sus
historias; allí arriba había poco que ver, sólo las instalaciones de la mina,
derruidas y oxidadas, era un almacén de chatarra, lo que habían dejado los
buitres. Sin embargo, la gente sentía curiosidad por el agujero que alguna vez
fue. Aquel día se despertó charlatán, quería hacer cambios en el repertorio,
amenizar la visita, un poco de sentido del humor les vendría bien. A lo mejor
así la próxima vez venían más...¨
(Aquí podréis leer el relato completo)
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