¨—¿Plácida?
—¿Sí?
—¿Has traído las tarjetas?
— Sí, están en la bolsa verde.
—Voy a buscarlas, esto está a punto de abrir.
—¿Has puesto mi nombre en la tarjeta?
—No, tú sabes que no quiero que los clientes se confundan,
el consultorio de acupuntura es algo muy serio, no puedo poner en la tarjeta
¨también se leen pies¨.
—Tomás, me
prometiste que haríamos algo con mi don...¨
(Aquí podréis
leer el relato completo)
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