Fernando
Fernández salió afuera, dejando atrás suyo el hospital, y empezó a caminar, a
caminar, a caminar. Hasta que se cansó. Llegó a su casa. Se detuvo sobre el
umbral de la puerta. Dudó. Dudó otra vez. Dudó una vez más. Finalmente entró
adentro. Puso el sobre sobre la mesa, se sacó el saco y se dejó caer en un
sillón frente al televisor. Estaba solo con su persona.
—En
situaciones como ésta me arrepiento de no tener una mujer. Debí casarme. Sobre
todo siendo ésta la última situación.
—No.
Así estoy bien. Casarse sólo para no quedarse solo es algo que sólo los
imbéciles hacen. Encendió el televisor. Fútbol. “En cualquier momento,
amigos televidentes, reiteraremos para ustedes la repetición del sexto gol que
acaba de recibir la valla nacional en…”. Cambió de canal. Tenis.
“¡Maravillosa jugada de nuestra pareja de dobles conformada por…!”.
—Malos
de mierda...
(Este es uno de los relatos que forman parte de LOS QUEHACERES DE UN ZÁNGANO y lo podéis leer completo aquí)
http://periodicoirreverentes.org/2015/10/01/los-quehaceres-de-un-zangano-relato-futil-escrito-en-lengua-decadente/
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