Está
bien, les contaré. ¿Cuál es mi nombre? Mamerto González. En realidad mi
verdadero nombre es otro, pero desde chico mi madre y el resto de mi familia
decidieron llamarme Mamerto González porque ese nombre hacía –y hace hasta
ahora- más juego con mi cara. ¿Creen que esto es una broma para mí? No, no lo
es. Que conste, entonces, que el relato de esta breve historia es una necesidad
más que un deseo.
Se
trata de mi romance con Priscila, una linda chica de ojos verdes, inmensos como
el prado. La conocí en una noche de juerga en la playa. Nos presentó un amigo
común, quien había concertado una cita a ciegas entre un grupo de sus amigas,
entre las que se encontraba Priscila, y un grupo de sus amigos, entre los que
me encontraba yo. De acuerdo a lo planeado, Priscila debía ser esa noche la
pareja del gordo Marcos. Nos
convenía ponerle siempre de pareja las chicas más bonitas al gordo Marcos, así
podíamos asegurarnos de que él pagara todas las cuentas en los restaurantes,
licorerías y discotecas; no por gusto su papá era dueño de una cadena de pollos
a la brasa que tenía locales en todo Lima…
(Este es uno de los relatos que forman parte de LOS QUEHACERES DE UN ZÁNGANO y lo podéis leer completo aquí)
http://periodicoirreverentes.org/2015/07/23/los-quehaceres-de-un-zangano-la-erotica-historia-de-mamerto-gonzalez/
Comentarios
Publicar un comentario