Llegaron
al amanecer a la estación sur. El viaje no había durado más de seis horas,
contando la parada a medio camino para que el chofer descansara y los pasajeros
estiraran las piernas; un bar de carretera en el que hacía tanto frío que se le
descompuso el estómago. No era capaz de dormir en los autobuses y mirar por la
ventana en un trayecto nocturno era estar horas mirándose al espejo. Tampoco
podía leer porque apagaron las luces para que los demás durmieran tranquilos,
así que se había pasado seis horas intentando averiguar qué podía esperar de
aquella aventura.
Un
año antes tomó la decisión de ser director de cine, tenía la cabeza llena de
ideas originales y transgresoras y muchas historias que contar, sólo le faltaba
aprender a hacerlo. Quería emular a Almodóvar o a Alex de la Iglesia. El primer
paso era irse a Madrid y entrar en la escuela de cinematografía. Las clases
empezaban en octubre y había preferido llegar unos meses antes para instalarse
y acostumbrarse a la ciudad. Los cambios bruscos le costaban un esfuerzo
psicológico extra. Además debía buscar trabajo para pagarse los gastos. En principio iba a vivir en casa de uno de
los hermanos de su padre, así que no tendría que preocuparse por el alojamiento
por un tiempo y eso le daba más margen de maniobra...
(Este relato es parte de TENGO UN AMANTE. 15 relatos devoradores. Aquí podéis leerlo completo)
http://periodicoirreverentes.org/2014/11/13/madrid-ya-estoy-aqui/
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