Demasiados
días juntos. La euforia de volver a encontrarnos después de algunos meses cede
paso a la fatiga. Al correr del tiempo cada uno se siente menos capaz de
soportar las manías y neurosis de los otros. Lo que al principio era gracioso
resulta ahora insufrible. Los ronquidos esquizofrénicos de Brutus, los silbidos
chillantes de Michael Jackson y mis sacudidas de pata como perro enfermo no
divierten más a nadie a la hora de dormir. Necesitamos una ruptura agresiva de
rutina.
Michael
Jackson –bautizado así porque es negro, flaco, alto y de vez en cuando da
pasitos hacia atrás- tiene la buena idea de proponer un paseo por el Golden
Gate. Lo que no me gusta es que quiere cruzar el puente, de 2 kilómetros y
medio de largo, caminando.
—Tiene
que temblar —me explica—. Es normal. Si no fuera flexible, se quebraría en un
segundo con todo el peso que recibe.
Es
posible, no lo discuto. Pero no
puedo sacarme de la cabeza las imágenes del History Channel mostrando a ese
obrero semi-desnudo precipitándose de cabeza al mar…
(Este relato está incluido en
BRINDIS, BROMAS y BRAMIDOS y lo podréis leer completo en este enlace)
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