Haré
un ejercicio de neutralidad.
No
soy más que un portapliegos, pero en mis años de experiencia al lado de
juristas, jurisconsultos y jurisprudentes he visto de todo.
Mi
primera impresión en casa fue deslumbrante. El éxito y la riqueza que admiré en
los despachos familiares no coincidían con la desesperante modestia que
encontré en la facultad. Las huelgas
de los estudiantes y las inasistencias de los profesores no me desmoralizaron
tanto como las ventanas rotas en invierno, las carpetas sucias a las siete
de la mañana y los baños inservibles a toda hora del día...
(Aquí podéis leer el relato completo)
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