Pierdes la corona cuando desciendes las escalinatas del avión.
Tu negocio se vino abajo desde que la tecnología empezó a
eliminar el papel.
De pronto un día nadie te necesitó más y lo que habías
esquivado por años, con un grado de encomiable habilidad, se volvió inevitable.
En la sala de equipajes una dama engaña a tus hijos.
En medio del ajetreo los despoja del carrito para las
maletas.
Al salir recibes una patada en el estómago que te deja
encorvado.
Creíste que tu chaqueta de cuero sería suficiente.
Tu camisa de seda, enseñando el pecho, es un adorno.
Tu elegante pantalón de poliester, una broma.
A principios de Marzo, la medianoche te advierte que el
invierno aún no se ha ido.
Sientes ganas de vomitar.
El abrazo de tu pariente político resulta más frío que la
temperatura extrema.
En el trayecto no eres capaz de apreciar el paisaje.
El nudo de nervios, producido por la inquietante
incertidumbre, atraviesa tu garganta.
Te impide respirar.
-¿A qué hora llegamos al hotel, papi?
No encuentras una
respuesta digna en tu lista de mentiras...
(Este relato es uno de los tres que conforman LA COCINA DEL INFIERNO. Aquí podéis leer la primera parte completa)
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