“Confiar
en la Historia, como confiar en cualquier revista de historietas o en la misma
religión, es esencialmente una cuestión de fe. Aunque la Historia toda sea una
mentira. ¿Por qué no? Lo único verdaderamente cierto es la mentira”.
El
niño no podía dormir. Encendió la luz de la lamparita que estaba sobre su mesa
de noche y, con las manos cruzadas bajo la nuca, se puso a contemplar los
retratos de sus héroes favoritos. Para él Batman, Súperman, El Hombre Araña y
los demás no existían. En las paredes de su dormitorio sólo había espacio para
colgar los cuadros de Miguel Grau, Francisco Bolognesi, Alfonso Ugarte, Andrés
Avelino Cáceres, José Olaya y otras figuras relevantes de la historia nacional.
Como
la noche era extremadamente calurosa, el niño no resistió estar mucho tiempo
despierto sobre la cama. Se acercó entonces a su ventana para distraerse un
poco. Por ella vio que abajo, en la casa de enfrente, se ultimaban los
preparativos para la celebración de una gran fiesta. Mozos y sirvientas corrían
de un lado para otro disponiendo sobre las mesas toda clase de azafates,
fuentes de comida, jarras, copas y otros utensilios. Al rato empezaron a llegar
los invitados. “¡Dios!”, exclamó
atónito el niño cuando vio bajar de una enorme limosina negra a Miguel Grau...
(Este es uno de los relatos que forman parte de LOS QUEHACERES DE UN ZÁNGANO y lo podéis leer completo aquí)
http://periodicoirreverentes.org/2015/10/08/los-quehaceres-de-un-zangano-heroes-en-juerga/
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