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Reseña de mi libro ¨Tengo un amante.15 relatos devoradores¨ (MRV editor independiente, 2015) por Oscar Perdomo





Sensualidad, dominio del lenguaje, de la cotidianidad urbana; universo humano de gente perdedora en un mundo competitivo y despiadado, grises y sombras en historias que conmueven sin concesiones preciosistas, van señalando el camino, asoman en el fascinante mundo narrativo de Estefanía Farías Martínez, en la diversidad de los 15 textos que hacen este libro, cuyo subtítulo: “15  relatos devoradores” atrapa desde la lectura del primer cuento Tengo un amante.
            El primer título es un abre bocas, todo el libro lo es por su diversidad. Los primeros relatos, empapados de sensualidad bien hilvanada en imágenes y situaciones, delatan una fina cultura del erotismo sin añadidos escatológicos. En ese sentido, la imaginación del lector puede viajar a diversas épocas y culturas, llegar al antiguo Perú precolombino y deslumbrarse con los sensuales huacos, cerámica explícita y fálica.
En la misma andadura, el viajero puede arrullarse en el Cantar de los cantares bíblicos; catar el vino de Omar Khayyam bajo la luna persa de los siglos XI-XII de nuestra era; ver a Zeus seducido por la diosa Hera, atender al llamado de Lisístrata, a la huelga sexual, en la obra de Aristófanes, envolverse en los versos de los grandes poetas latinos, escuchar a Platón; libar en la copa de los Kama Shastra; de la literatura arábigo-andaluza y, saltando en el tiempo, en el Decamerón de Bocaccio, La Celestina, de Fernando de Rojas, el Cándido, de Voltaire, las confesiones de Rousseau, la gran narrativa y poesía de los siglos XIX y XX: Rimbaud, Verlaines, Stendhal, Balzac, Flaubert, Apollinaire, Novakov, Lorca, Cela y todos los que hoy siguen la huella como Estefanía Farías Martínez.
La descripción de ambientes y perfil de personajes en Tengo un amante, las pequeñas historias como la de Salomón, avizoran el carnívoro aquelarre devorador de los primeros relatos  que en entornos distintos, pero siempre en la ciudad, se asoman en Las tribulaciones de un literato insomne; Santa Bárbara bendita, El Nazi, Un plan perfecto, Solo quería entrar en calor, La sombra del conejo blanco, Solo fueron hormonas y hambre.
Santa Bárbara bendita es un cuento de excelencia, cuadro de lo cotidiano y realismo sin anestesia. El Nazi, atrapante de principio a fin deja al lector la ventana abierta para sus particulares conjeturas y resolución de la trama. El plan perfecto, provoca la sensación de hacerlo por hacerlo, de la rutina de una relación asimétrica con una pregunta que podría ser: ¿Eso es todo?
Solo quería entrar en calor, aflora el recurrente erotismo que el hecho de la violación no demerita. ¿Qué decir del derroche de imaginación en la cotidianidad en La sombra del conejo blanco? Un texto por demás, brillante con la intensidad e intriga de un buen policial como en los mejores momentos de la narrativa de Edgard Allan Poe, Georges Simenon o Patricia Highsmith; Solo hormonas y hambre –una mezcla de sensaciones de tempestad humana, rechazo, miedo, vorágine-. El encargo es un relato para detenerse: muy visual, cinematográfico, de excelente factura narrativa. El mismo nivel de intensidad continúa en La sospecha, una historia muy rica en situaciones y suspenso, digna del mejor cine.
Mención muy particular merece Huarón. Sobrecoge la crudeza narrativa en un escenario desolador, casi surrealista, a los ojos de un europeo, que no ha salido de sus predios. El relato de más sombras que luces ambientales, transcurre en un punto de la geografía de las tierras altas andinas peruanas. Sin pretender ser una denuncia, es en sí misma una denuncia porque las sombras humanas se mueven entre la sordidez y la muerte, allí, entre “Los rostros sucios de un poblado minero; pieles curtidas, quemadas por el sol y el frío” Madrid, ya estoy aquí refleja las ilusiones y los sueños rotos, el retorno a la nada y algo terrible: del lejano aspirante que fuiste de ser director de cine, tienes la opción de transformarte en un “maquillador de muertos”.
Estefanía Farías sabe lo que y de qué escribe en  Qué difícil es ser diva -otra vez los sueños rotos, pero desde óptica distinta- En La providencia refleja las contradicciones de un seminarista entre Dios, el miedo y el sexo, que rebrotan cuando ya es sacerdote. La conversión cierra el libro. Es una historia con rico lenguaje, cuyo escenario es un bar, en el que los personajes quedan de hecho atrapados allí, por una fuerte nevada. La muerte y el sexo con un decadente telón de fondo se mueven entre oscuridades, humo y silencios.

Oscar Perdomo Marín

Periodista, dramaturgo y escritor venezolano

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